En la cuenca del Mediterráneo oriental los griegos ocupaban en la antigüedad
el sur de la actual península de los Balcanes y las
islas y costas de todo el mar Egeo. Su influencia se extendía también al sur
de Italia y Sicilia y otros puntos de la costa del
Mediterráneo,llamados colonias. El objetivo de estas colonias era establecer y facilitar el comercio con
pueblos extranjeros aumentando así las riquezas de la Metrópolis,
palabra que en griego significaba ciudad-madre.Geográficamente, había colonias tanto en Asia Menor, como en Europa y
África, siempre cercanas a las costas del Mar Mediterráneo. Las más
lejanas se hallaban en la actual Francia y en la Península Ibérica.
En la geografía destacaba el carácter montañoso de su territorio, y también que estaba rodeada por el mar Mediterráneo al oeste y sur del país, por el mar Egeo al este y el mar Adriático al norte.
Sus magníficos puertos naturales y sus dificultades de comunicación por tierra hicieron de los griegos un pueblo marinero por excelencia y del mar su nexo de unión y su medio de vida.
En la parte norte y el Peloponeso el clima era continental con veranos muy cálidos y secos e inviernos muy fríos. En cambio, en las zonas costeras y en las islas el clima estaba muy suavizado por la proximidad del mar.
El suelo era muy poco fértil y como consecuencia de esto solo era posible una pobre agricultura de vid, olivo, algunos frutales y pocos cereales.
La geografía de Grecia se dividía en tres aspectos: la Grecia continental europea, la Grecia asiática y la Grecia insular.
La Grecia continental
La zona norte de la península de los Balcanes, caracterizada por alternancia entre el relieve montañoso y las praderas, fue la zona de mayor contacto con el resto de Europa oriental. Allí se establecieron las antiguas Tesalia, Etolia, Acarnania y Epiro. La zona central, comunicada dificultosamente con la anterior a través de estrechos desfiladeros y de un terreno con macizos y llanuras, vio prosperar a las antiguas regiones de Dórida, Fócida, Beocia y Ática. La zona meridional, con abundantes macizos y fosas y comunicada con la anterior a través del itsmo de Corinto, comprendió a su vez las regiones de Acaya, Arcadia, Argólida, Laconia y Mesenia.Las características geomorfológicas de estas zonas favorecieron la diversificación de los recursos naturales , determinando la extensión reducida y las fronteras difusas de las polis. La región del Ática contaba con minas de plata; Laconia, Beocia y Eubea poseían hierro; esta última, de igual manera, disponía de cobre, pero le era necesario obtener el estaño ―para la aleación del bronce― del extranjero. La región de Macedonia, por su parte, era rica en oro. La abundancia de la arcilla en la península favoreció el desarrollo de centros ceramistas y de la manufactura de objetos de gran valor humano agregado, claves en su comercio exterior; de igual manera sucedió con la piedra y el mármol, abundantes en dichas zonas rocosas.
La Grecia asiatica
La colonización del Asia Menor se limitó a la ocupación de la faja litoral, distinguiéndose en ella tres grandes regiones: Eólida, Jonia y Dórida. La Eólida limitaba al norte con las costas del mar Negro y al sur con la desembocadura del río Hermo. Más al sur se estableció Jonia. Dórida se ubicó en la zona más meridional del litoral y ocupó la franja costera de un macizo de difícil acceso, con una costa abrupta y un suelo pobre.La Grecia insular
Las islas del Egeo representaron los puntos de contacto del mundo griego y actuaron como facilitadoras de las comunicaciones y el comercio. Eubea se constituye de colinas onduladas con un suelo fértil. Entre las islas Cícladas, por su parte, hay algunas de características volcánicas y otras de suelo fértil . Algunas de ellas eran Paros y Sifnos. Del archipiélago del Dodecaneso, conjunto de islas del sudoeste de Anatolia, destacan Samos e Icaria. La isla de Rodas, del mismo archipiélago se convirtió en un importante centro comercial. Al norte, entre las islas de Egeo oriental, destacan por su fertilidad agrícola Quíos y Lesbos.
La isla de Creta, límite sur del mar Egeo, se caracteriza por su orografía accidentada. Al norte sus bahías constituyeron lugares idóneos para la navegación y el desarrollo comercial, así como para la pesca. En conjunto, la extensión de la isla, su variedad de recursos (mineros, agrícolas, ganaderos y pesqueros) y su localización comercial estratégica, hicieron posible que se desarrollase en ella una civilización propia de la isla.
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